Si has entrado a bichear es por dos razones:

Realmente solo has entrado a bichear, y aunque te cuente que esto no es para ti,

seguirás por aquí. Ojocuidao que a lo mejor cambias de idea. Huye.

Has entrado a bichear porque sientes a La Bicha.

La Bicha es una cosa incorpórea pero incorporada.

 

No se sabe qué pinta tiene pero pinta mucho.

 

La puedes sentir rondando por el pecho, por el abdomen, por la cabeza, depende.

 

Depende de cuánto tiempo lleve en ayunas.

Cuando tiene hambre se rebela.

 

Se rebela mostrando frustración, o rabia, o melancolía, o derrotismo, o ansiedad, o locura, o parálisis, o #vacasincencerro o todojuntomezclao.

 

La Bicha son tus ganas de vivir.

 

Son tus deseos inmanifestados.

 

Son tus “¿esto es todo? ¡Quiero más!”.

 

Son tus ganas de dejar el drama para abrazar el alma.

Es el arte que tienes jodía, al que no le das rienda suelta.

 

Ole por ti si eres del Club de la Bicha.

Ole también si entraste solo a bichear pero de repente La Bicha, al calor del fuego, ha despertado de su letargo.

 

A mí La Bicha me ha estado jodiendo toda la vida. Por eso la amo. Me ha convertido en una Vividora.

 

Que le voy a hacer si me pone hacerme preguntas, cuestionarme las estructuras, si soy Amante de la Libertad.

 

Si encuentro placer en el dolor del vértigo, en lo desconocido, en la aventura, en la autenticidad.

 

Mucho más placer que en el dolor de seguir un guion aburrido que a saber quién ha escrito para mí.

Eso sí que duele.

Y lo sabes.

 

Por eso tienes tantas ganas de decir: ¡HOLA MI VIDA!

Porque aquí tu vida es Tu Vida, literal y finitamente.

No un amante. No un familiar. No una amistad. TU VIDA.

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Se acabó. Punto en boca. Estás hasta el coño de ser una vividora encubierta.

Quieres salir del armario vital.

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Así que mi vida, ¿tienes algún plan?