Creo firmemente que todas las personas quieren ser libres. ¿Alguna vez te ha dicho alguien que quiere sentirse atrapado, inmovilizado, prisionero? Sin embargo, ¿cuánta libertad crees que disfrutan las personas que te rodean? Y lo más importante ¿de cuánta libertad crees que disfrutas tú?

El ser humano es así. Como dice Jodorowsky, artista chileno, "le tenemos tanto miedo a la libertad que nos construimos una jaula". En algunos casos de barrotes de oro, pero jaula al fin y al cabo.

Van cayendo los años, y muchas veces ni nos reconocemos. Y no precisamente en el buen sentido.

Creo honestamente que esta es una de las grandes heridas de la humanidad: querer ser libres y no atrevernos a serlo.

De este miedo se aprovecha el mercado, también el espiritual, obviamente. Déjame que te diga una cosa: la libertad NO SE COMPRA, la libertad se ejerce. Es un estado interior. Por ello no se puede encapsular ni definir. No depende de si tienes 3 hijos o ninguno, un buen sueldo o una subscripción a la cola del paro, una casa heredada o una hipoteca hasta los 60. Ni siquiera depende SOLO de si te han privado de tu libertad física o no. Te lo dice una ex-abogada. Obviamente todas estas variables impactan en nuestra percepción de la libertad, pero hay otros factores internos que resultan mucho más determinantes, aunque sean mucho menos evidentes. 

Y estos paisajes internos son lo que yo llevo explorando años. A base de andar entre las sombras y la maleza, de perderme y de encontrarme para volver a perderme, he desarrollado una Brújula que lo mismo te sirve a ti también. No mi Brújula, sino la tuya. Sobre ello es sobre lo que escribo y comparto a toda la bandada de lectoras (y lectores) de mi lista.

Si tú también quieres recibir inspiración, trucos, "ajááás" y recursos que te sirvan de guía en este Camino, sigue las señales. Al otro lado te espera un divertido TEST para jugar a ser un abejorro, un búho o un vencejo.